Caso nº 00035 – OMERTÁ (CERRADO)

omerta-cerrado

En estos cinco años y medio, la Sociedad del Misterio ha tenido clientes de todo tipo. La policía suele recurrir a nosotros con bastante frecuencia, pero también hemos ayudado a una joven desconsolada por la muerte de su hermano, a un sacristán injustamente acusado de asesinato, incluso a una actriz porno amenazada de muerte. Nunca hemos hecho distinción: si alguien nos necesita, allí estamos.

Aún así, creo que nunca imaginamos que llegaríamos a trabajar para un cliente así.

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Firmé el acuerdo de confidencialidad que tenía frente a mí y pasé la pluma de oro al Profesor Boniatus. Rechacé educadamente el sin duda excelente vino que me ofrecía el anciano mayordomo y, mientras el resto de la Junta Directiva firmaba el documento legal, sostuve la mirada de nuestro nuevo cliente.

Giancarlo Rosano me contemplaba con interés desde el otro lado de su enorme escritorio de caoba, con los dedos entrelazados frente al mentón y una mirada gris y cansada. Oficialmente, el hombre que requería nuestros servicios era un empresario de la construcción, un hombre de negocios que estaba consiguiendo capear con éxito la crisis económica mundial. Junto a él, como una torre, se erguía Antonio Pesci, abogado de la familia y mano derecha de Rosano. Un hombre alto y espigado de mirada astuta y hosca.

Mycroft fue el último de nosotros en firmar. Pese a que no iba a participar de forma activa en el caso, su vinculación con la Sociedad del Misterio hacía que su rúbrica también fuese necesaria. Con calma, empezó a leer el documento.

—Es una mera formalidad, Mycroft —dijo Pesci.

—Me hago cargo, Antonio —respondió Mycroft sin apartar la mirada del contrato.

Finalmente estampó su firma sobre el papel. Acto seguido lo hicieron Pesci y Rosano. Ahora era oficialmente nuestro cliente.

—Son ustedes detectives —dijo Pesci—, así que no les insultaré negando nuestro conflictivo pasado. A cambio, ustedes no nos insultarán negando nuestro presente.

—Nos debemos a los hechos, señor Pesci —respondí—. Las pruebas demuestran que la familia Rosano aún tiene una buena relación con los Sidone, aunque sigue enemistada con los Vitti y los Manetta. Pero a día de hoy, esa parece ser la única conexión del apellido Rosano con el Sindicato.

No es elegante decir “Crimen Organizado” delante de un mafioso, aunque sea uno reformado. Poco elegante y peligroso.

—Usted muestra respeto —musitó Pesci—. Hoy en día eso es algo que cuesta encontrar.

—Nuestro acuerdo es muy sencillo, caballero. Hemos venido aquí porque ustedes necesitan ayuda para esclarecer un misterio y quieren dejar a las autoridades fuera. Como asesores privados, no  estamos obligados a meter a la policía en esto, y mientras no seamos testigos ni partícipes de algo manifiestamente ilegal esta situación no tiene por qué cambiar. Quedando atrás su pasado, como usted bien dice, no tiene por qué darse esta situación, así que ¿por qué no tratarle con el mismo respeto que a cualquier cliente?

Por el rabillo del ojo pude ver que Boniatus estaba inquieto. Y podía entenderlo: la imponente verja de hierro por la que nos habían conducido se había cerrado a nuestras espaldas y no parecía querer volver a abrirse. Estábamos aislados del mundo.

Entonces, cuando Pesci estaba a punto de decir algo, Rosano alzó su mano derecha para detenerlo y tomó la palabra por primera vez.

—Acompáñenme, por favor —dijo levantándose de la silla. Al verlo de pie, nos dimos cuenta de que era mucho más bajo de lo que pudiera parecer… pero aún así seguía teniendo una presencia ominosa y amenazadora.

Precedidos por el mayordomo, que iba abriendo las puertas al paso de su señor, fuimos conducidos por los amplios pasillos hacia la cocina, de ahí a un atrio con suelo de tierra y elegantes columnas romanas, y finalmente al garaje. Se trataba de una monumental cochera que daba acceso directo al exterior. Estaba completamente equipada para el mantenimiento de los tres automóviles que descansaban en el interior: un banco de trabajo, un completo surtido de herramientas, incluso una fuente de piedra para lavarse las manos, con una rejilla de hierro en el suelo que hacía de desagüe. La puerta abatible parecía enormemente pesada, a juzgar por el tamaño del motor que la levantaba.

Uno de los tres vehículos era un Chrysler Imperial Roadster de 1933, un coche clásico y elegante. En el estado en que nos lo mostraron, se trataba de un carísimo colador con ruedas.

—Hace tres días falleció un asociado mío, Giovanni Palmintieri. En su poder tenía cierta información que declaró sensible, y dejó instrucciones de que, si le ocurría algo antes de poder entregármela, mi gente la recogiera y me la trajera aquí. Ayer por la tarde, dos de mis hombres de confianza, Luca Buonarotti y Aldo Bassi, volvían del taller, de recoger el Imperial, y ya que estaban por la zona se encargaron de recoger la bolsa en la que Palmintieri guardaba esa información. Volvieron a la finca y activaron el Protocolo de Seguridad hasta poner dicha bolsa a buen recaudo…  —respiró hondo antes de continuar—. Fueron abatidos a tiros tan pronto como bajaron del coche.

—¿Qué es el Protocolo de Seguridad? —preguntó Parmacenda.

—Todos los accesos a la finca cerrados —aclaró Pesci—. Nadie puede entrar ni salir sin mi autorización expresa. Lo han experimentado al entrar.

—Luego el asesino debió entrar antes de que se implantara ese protocolo. ¿Cómo salió?

El silencio de Rosano nos hizo comprender la situación: con el protocolo de seguridad implantado, el asesino no había podido salir. Estaba en la finca con nosotros.

—¿La bolsa? —preguntó Mycroft.

—Desaparecida.

—¿El arma? —inquirió Celdelnord.

Nuevamente, Rosano se mostró incómodo.

—Es una Tommy del 28 —explicó Pesci.

—Vaya —exclamó Nicolás—. Eso a día de hoy es casi una pieza de museo. Quiero decir, incluso si hablamos dentro de los parámetros del cr… del Sindicato, ¿quién tiene un arma así hoy en día?

—Yo —admitió Rosano—. Adquirí una hace dos semanas, para mi colección. Había sido autentificada como el arma que Elliot Ness usó en una de sus redadas contra los soldados de Capone. Estaba en mi sala de trofeos. Se encontró tirada en el suelo junto al coche, justo ahí.

No pude contener un silbido de admiración. ¡El arma de Elliot Ness!

—¿No estaba inutilizada?

—¿Compraría usted la Giocconda original para cortarle la sonrisa? ¿El David original para hacerle añicos la cabeza? No se puede inutilizar el arte.

—Sigue sin ser legal.

—La Peacemaker de Wyatt Earp. La Luger de Göring. Incluso las Astra de ese Caudillo que tuvieron ustedes. Cuando se justifica el valor histórico de un arma, cuando está documentado que dicha arma perteneció a una figura de relevancia en la Historia, no se la inutiliza. Este arma está documentada, tengo los papeles del FBI que cerfitican que ha estado en un almacén de pruebas.

—¿De quién sospechan? —pregunté directamente.

—Hemos registrado la casa a fondo y no hay nadie más que los que normalmente están aquí. Tiene que ser uno de los míos.

—Omertá —musitó entonces Boniatus.

—¿Perdón? —dije.

—La Ley del Silencio —explicó—. La prohibición categórica de la cooperación con las autoridades estatales o el empleo de sus servicios, incluso cuando uno ha sido víctima de un crimen. Por eso han acudido a nosotros, y por eso el acuerdo de confidencialidad. Piensan que uno de los suyos es un chacal de una de las familias rivales.

—Estoy fuera de ese juego —explicó Rosano—. Pero si es eso lo que ha pasado, si esto es obra de los Vitti o de los Manetta… No, meter a la policía en esto sólo sería complicar las cosas. ¿Pueden resolverlo ustedes?

—Tendremos que hablar con toda la gente de la casa —dijo Parmacenda.

—Contándome a mí, somos nueve.

—Aquí nos vendría bien Zalaya —musitó.

—Sí, pero mientras no termine su investigación no puede regresar al país, ya lo sabes —expliqué.

—Necesitaré pleno acceso a la hacienda —argumentó Boniatus.

—Yo al coche y al arma en todo momento, y posiblemente a más objetos que encuentre mi compañero—agregó Celdelnord.

—Concedido.

—Yo necesitaré saber todo cuanto sea posible sobre su familia —solicitó Nicolás.

—Le proporcionaré toda la información que necesite —terció Pesci.

—Podemos resolver este caso, señor Rosano —dije—. El asesino ya ha cometido su primer error: ha atacado cuando no podía entrar ni salir nadie. Pero debo hacerle una pregunta, y necesito una respuesta totalmente franca.

—Adelante.

—Cuando encontremos al asesino, ¿qué hará usted?

El silencio que siguió a aquella pregunta heló la sangre en las venas de los presentes. Rosano me taladró con la mirada.

—Si cree que puede insultar al señor Rosano en su propia casa… —objetó Pesci.

—No es mi intención —me apresuré a explicar—; pero si la policía se queda fuera de esto, necesitamos saber cuáles son sus planes, dado que según los términos de nuestro acuerdo no vamos a ser cómplices de nada ilegal.

—Su deber, señor Ryder, es encontrar a un asesino —respondió Rosano—. Cumpla usted con su deber, y yo cumpliré con el mío. ¿Va a cumplir con ese acuerdo que tan diligentemente acaba de esgrimir contra mí, o tendré que buscar a alguien que sí lo haga?

Agaché la cabeza, oculté mi mirada bajo el ala del sombrero. Habíamos firmado. Nos había enseñado lo ocurrido. Nos había revelado que sospechaba de su propia familia. Ahora ya no había vuelta atrás.

—Soy un hombre de palabra, señor Rosano —concluí—. En esta casa hay un asesino, y la Sociedad del Misterio dará con él.

LA SOCIEDAD DEL MISTERIO EN LOS MEDIOS – El Color de la Tarde

Damas y caballeros…

… esto se sale bastante de los parámetros normales de la Sociedad del Misterio, pero creo que se impone hacer este anuncio. Como puede que ya sepáis, uno de nuestros investigadores, Mauser Still, trabaja en la radio cuando no está en nuestras oficinas resolviendo casos. Pues bien, hoy mismo me ha contactado fuera de la oficina (excelente trabajo de investigación por su parte, quisiera añadir), y gracias a ello ahora puedo hacer con orgullo el siguiente anuncio:

Hoy, a las 17:50 aproximadamente, vuestro seguro servidor será entrevistado en directo en el programa El Color de la Tarde, en la emisora Radio Inter, para hablar de la Sociedad del Misterio. Será una entrevista breve, diez minutos como máximo, en la que va a ser nuestra primera aparición en uno de los medios principales de comunicación.

La entrevista será grabada y colgada en nuestra sección «La Sociedad del Misterio en los medios», para quien no pueda escucharla en su momento; pero quien pueda y quiera, podrá acceder a la edición online del programa en directo mediante este enlace.

¡No os lo perdáis!

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Publicidad: El Legado de Aguasnegras

Damas y caballeros…

Sé que estáis esperando un caso nuevo. Os puedo decir que hay algo en camino, pero por diversas (ejém) cuestiones legales debo guardarme los detalles para mí por el momento. En breve sabréis de qué hablo. Pero mientras tanto… os traigo una pequeña sorpresa.

Como investigadores, no pongo en duda que todos somos, en mayor o menor medida, connossieurs de la literatura negra. Sin embargo nuestro caso más reciente nos ha enfrentado cara a cara con el que es por muchos considerado su género más opuesto: la novela rosa. La implicación de la figura de Monique de Blanchard y sus libros en nuestro último misterio no ha dejado a nadie indiferente, y me incluyo.

Así que me vais a permitir que me salga un poco de nuestra temática habitual para anunciaros que acaba de ser editada, a título póstumo, la primera novela de Monique de Blanchard: El Legado de Aguasnegras.

El Legado de Aguasnegras

Os dejo aquí la sinopsis oficial:

Ilyana es una de las mejores restauradoras de antigüedades del país. Ha pasado por numerosas propiedades y sólo hay clientes satisfechos. Ahora llega a Aguasnegras, una enorme propiedad en los collados inaccesibles de Despeñaperros, donde un nuevo conde ha tomado posesión del Legado.
En un principio creía que sólo tendría que restaurar muebles pero pronto descubre la atracción en los ojos del nuevo conde, los secretos y el peligro que yace en lo profundo de Aguasnegras, en su historia y sus personajes, en los misteriosos paisajes y los enigmas que esconde la propiedad y el mismo conde.
Allí descubrirá el peligro de amarlo, los secretos de una tierra inaccesible y la historia que lo impregna todo y revela la existencia de fuertes mujeres, honor y sangre derramada para defenderlo. Pero sobre todo ello: pasión.

Me ha parecido un detalle curioso que debía ser compartido. Yo no soy muy de este género, lo reconozco, pero ya me la estoy leyendo y de momento me tiene bastante interesado. Hay una historia de amor y pasión desenfrenada, como es natural; pero también hay una muy bien hilvanada ficción histórica, una subtrama de suspense e intriga, y algunas gotas de un humor inusitadamente ácido para un género por lo general tirando a dulce. No entra a examen, tranquilos, pero a título personal la recomiendo.

Haciendo clic en la ilustración de portada podéis acceder al enlace para comprar la novela en Amazon por tan sólo 0’89€. Sólo por el precio ya vale la pena, así que si además os digo que es una buena historia contada con inteligencia la cosa no hace más que mejorar.

Por el momento ya está. Hay más cosas en el tintero, pero ya se irán anunciando a su debido tiempo. Y aparte de eso… id afilando los lápices, puliendo las lupas y sacando los sombreros de verano, porque en cuanto resolvamos el pequeño conflicto legal que me impide contaros más, la Sociedad del Misterio vuelve a la carga.